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Después de que nuestro animal disfrutase de un ratito de relax que precedió a múltiples latrocinios —pinchante acupuntura e inserción de elementos extraños por sus partes traseras—, llegó la hora del jacuzzi. Como no tenemos piedad, lo vamos a someter a un montón de horas de horno a baja temperatura.
Tan baja temperatura que vamos a cocinar el pollo exactamente a la temperatura final que queremos que alcance. O, lo que es lo mismo, vamos a usar la estrategia de la «temperatura de equilibrio», exactamente igual que cuando cocinamos al vacío o sous-vide.
El asado convencional con sonda térmica consiste en introducir la sonda de un termómetro digital a prueba de horno en el centro de la pieza. La sonda tiene un cable de acero que se comunica con un panel que muestra la temperatura y permite fijar alarmas y controlar el tiempo. Algunos hornos modernos llevan la sonda integrada, pero para hornos normales, simplemente se pone la pantalla fuera del horno y el cable de acero va a través de la puerta. Es muy fino y no supone ningún problema. La pantalla suele llevar un imán para pegarse fuera del horno y muestra en todo momento la temperatura en el centro del asado. Normalmente se programan para que nos avise con una alarma al alcanzar la temperatura objetivo que deseamos.
Yo conocí esta técnica por primera vez en el blog de Christophe, no se le puede llamar cocina, y ahora me pregunto cómo he podido preparar asados sin ella. Las sondas no son caras, permiten olvidarse de las típicas y casi siempre incorrectas reglas de «tener 20 minutos a 200ºC por cada kilo», y prácticamente garantizan un buen resultado. Christophe tiene una guía de esta técnica, original de Cesáreo Gómez, que podéis pedirle.
Modernist Cuisine, como siempre, va un paso más allá, y nos propone situar la sonda térmica no en el corazón de la pieza, sino en la superficie, introducida nada más que un centímetro, lo justo para que se sostenga. Esto nos permite llevar a cabo la cocción a temperatura de equilibrio. Puesto que el calor se transmite dentro de nuestra carne o pescado por conducción directa, de fuera a dentro, si controlamos la temperatura en la superficie, controlamos la temperatura que se va transmititiendo al interior. Debemos tener la carne el tiempo suficiente a baja temperatura para que se transmita hasta el núcleo, para lo cual podemos basarnos en los tiempos de recetas o nuestra experiencia, pero es fácil, cuando pensemos que ya está hecha, mover la sonda hasta el centro y comprobar si ya ha alcanzado la temperatura objetivo. Si no, seguimos un rato más.
La temperatura a la que debemos fijar nuestro horno para que la superficie del asado se mantenga a una temperatura X depende de cada horno. Prueba y error. En el mío, tengo que usar al principio una temperatura de casi 40ºC por encima y luego bajarla. En estado estacionario, necesito fijar entre 10 y 20ºC por encima.
¿Qué temperatura objetivo escogemos? La guía que nos da Modernist Cuisine es 60ºC si preferimos la carne de las pechugas, y 65ºC si damos preferencia a las patas. Yo lo he preparado tanto a 60ºC como a 65ºC y la pechuga queda excelente (no olvidemos que le hemos inyectado la salmuera en las pechugas justo antes de ponerlo al horno) pero las patas nos resultan casi incomestibles incluso a 65ºC, demasiado poco hechas. En fin, la próxima vez probaré en torno a 70ºC.
La superficie del pollo donde tenemos la sonda debe alcanzar la temperatura objetivo antes de una hora. Para conseguir esto en mi horno tengo que empezar con una temperatura bastante más alta de la objetivo, en torno a los 110ºC. Una vez alcanzada la temperatura tenemos que mantenerla durante 2 o 3 horas más —en función del tamaño del bicho— para llegue a todo el interior y se cocine bien.
Si la temperatura sube un par de grados por encima de la que queremos, abrimos un poco la puerta del horno. Si baja, subimos ligeramente la temperatura. Estos ajustes tienen un tiempo de respuesta lento, pero después de un par de intentos es fácil cogerle el punto.
Nos falta el tostado final de la piel, mal llamado «sellado». Ponemos el horno a la máxima temperatura que alcance, con convección forzada si nuestro horno la tiene, y esperamos al menos veinte minutos a que coja temperatura. Volvemos a meter el pollo al horno, y lo tenemos hasta que la piel coja el punto dorado que nos guste. La piel ha debido secarse por completo en los pasos anteriores y debe dorarse rápido.
Et voilá!. Aquí está nuestro pollo que nos ha dado para tanto rato de regocijo. Acompañado este día de un puré de apio-nabo y unos tirabeques cocidos al vapor.
Por cierto, ayer Jet City Gastrophysics —un blog que me encanta y con el que comparto temática y estética, pese a estar yo muy lejos de su nivel— publicó esta receta en versión para horno combi casero. No os perdáis el animal colgando en el frigorífico y en el horno.
Buenas! una pregunta fácil, una vez alcanzas en superficie la temperatura objetivo… ¿sacas el pollo del horno a temperatura ambiente y calientas para dorar la piel?
Tiene una pinta muy buena; lo de los cuartos traseros supongo que tiene mala leche porque les cuesta bastante más que a las pechugas. Tengo que probarlo. Me ha gustado mucho la saga de entradas; lo pondré en práctica en breve.
Saludos,
Pablo.
PD: cuando he abierto el «reader» tenía el pollo de Jet City Gastrophsics justos debajo de tu entrada… Impresionante el pollo colgando en el frigo y horno.
Hola Pablo, no, la temperatura objetivo en la superficie debe alcanzarse en una hora más o menos, y el pollo debe seguir en el horno unas 3 horas más para que se alcance la misma temperatura en todo el interior. Entonces ya lo sacas, subes la temperatura del horno y tras una media hora lo vuelves a meter hasta que se dora.
La verdad es que en el texto no queda claro, voy a revisarlo, gracias!
hola buenos días.
tengo una duda del porque tiene que alcanzar la temperatura en menos de una hora.
es por algún problema bacteriológico?
Hola Min2.0, en parte es para cumplir los tiempos previstos de la receta (si tarda más en alcanzar la temperatura se necesitarán más de 2-3 horas para cocinar el animal) y, relacionado con ello, la seguridad como mencionas. El requisito habitual es que se alcance una temperatura segura (más de 55ºC) en el centro de la pieza en menos de 4 horas, como está previsto en la receta.
Simplemente genial… tenemos que hablar de esto. Estás hecho un crack. Luego te llamo
Pingback: Una revisión del pollo: cómo conseguir la carne más jugosa y una piel perfectamente dorada y crujiente | Umami Madrid
Hola Enrique, la solución clásica que adoptan en «alta restauración» para resolver el problema de las diferencias de cocción que requieren las aves consiste en asar pensando en las pechugas y luego separar los cuartos traseros para hacerles una cocción extra en plancha o en horno. Esto es lo que da mejor resultado.
Un abrazo
Lo primero: entrada genial.
Lo segundo: lo hice hace un mes y me quedó el muslo pelín crudo para mi gusto. Este domingo, que lo voy a repetir, subiré un pelín la temperatura objetivo, o, si no, con las indicaciones de Cristophe… ya veré, lo que me pida el cuerpo.
Lo tercero: quiero comerlo con un buen pan horneado en casa. Mi duda es sobre el orden a seguir. El pan requiere horno a tope, unos 40 minutos para una hogaza como Dios manda. Había pensado hacer el horneado primero del pollo, sacarlo, horno a tope, pan 40 minutos, sacarlo, que el horno vuelva a coger calor y pollo a dentro para conseguir esa mmmm deliciosa piel. ¿Puede afectar negativamente el que pase tanto tiempo entre el primer hornedo del pollo y el segundo? Porque es que entre ponte bien y estate quieto será una hora y cuarto.
Gracias de antemano, por los consejos y por este blog tan guay.
Saludos.
Gracias por el comentario Anabel. El muslo también queda demasiado crudo para mi gusto, y si subo la temperatura entonces es la pechuga la que no queda bien, incluso con todas las artimañas de salmuera, posición vertical y demás. Al final, si la presentación del pájaro entero no es importante, prefiero sacar el pollo cuando la pechuga está en su punto, trocear, cocinar un rato sólo los traseros subiendo unos grandos la temperatura, sacar, calentar el horno, y hacer el dorado final de todas las piezas.
No creo que tengas ningún problema por que pase ese tiempo antes del dorado final, incluso mejor que se haya enfriado y así no te sobrecueza la carne.
Vale, eso haré. A ver qué te parece: horno a 90 grados, pollo a dentro con la sonda en el centro de la pechuga. Cuando alcance los 60 grados saco el pollo (es de 2 kilos, estimo unas 2 horas y media). Ya fuera separo los muslos, subo temperatura a… ¿100? ¿110? y meto los muslos en el horno con sonda hasta que el centro llegue a 70 grados. Luego todo fuera, horneo el pan (y creo que un brioche también, para el postre), horno a tope y todo el pollo a dentro para dotar la piel (aunque no sé qué tal resultado da la propuesta de Iñigo, de Umami, de hacer la piel en la plancha, puede ser otra posibilidad
Hola Anabel, la temperatura puedes dejarla en 100, lo suyo sería que el centro de los traseros llegase a 65ºC y se mantuviese alrededor de esa temperatura al menos una hora (necesitan tiempo, no sólo alcanzar una temperatura). El resto sí, como dices, plancha o horno a tope lo que te resulte más cómodo. Con la plancha no resulta fácil dorar homogéneamente porque las piezas no son lisas, pero se sobrecocina menos. Espero que te salga bien (igual ya lo has hecho)!
Ya lo hice 🙂 La pechuga increíble, a 55 grados, mis amigos ni se creían que «eso» fuera pechuga. Los mollos.. a 70 grados, quedaron jugosos, pero no como la pechuga. No sé, igual debería inyectarles también salmuera ¿? Lo doré en el horno porque lo de la plancha con toda la gente que venía a comer ya pululando por casa… me resultaba muy engorroso. Pero al dorar, como había despiezado los muslos, hubos alguna parte de estos que no estaba bien tapada con piel y se resecó un poco. La próxima vez me esmeraré un poco más en colocarla bien.
En todo caso, al final se trata de rizar más el rizo, teniendo en cuenta que el resultado inicial ya de por sí es increíble.
Gracia spor todo Enrique. Saludos.
¡Cuánto me alegra leerlo, Anabel, muchas gracias por compartirlo! La salmuera, con los tiempos de la receta, debe difundirse sola por toda la carne, aunque se inyecte en las pechugas por ser la parte que más lo necesita. 70ºC es mucho para los traseros, seguramente por eso quedaron menos jugosos. Yo los cocino al vacío entre 62 y 65ºC, y el horno procuro que no pasen de 65ºC. Un saludo
Hola.
para conseguir que los muslos suban de temperatura y la pechuga se mantenga en la que queremos. se podría tapar la pechuga unos 10 minutos por ejemplo con papel aluminio y así evitar que entre calor en ese tiempo?
Sí, es un truco habitual que también puedes aplicar aquí perfectamente.