Casi un año después de recibir mi Sous-Vide Supreme Demi y de numerosas pruebas, muchas de ellas contadas aquí, ha llegado el momento de reflexionar sobre la aplicación de la cocina al vacío en el hogar.
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Aunque el sous-vide se ideó en los años setenta y lleva más de una década usándose en restaurantes, aún no es muy conocido en los hogares españoles. Cuando empezó a interesarme comprobé que la información de calidad, en español, y para el aficionado era escasa, con excepción de los dos grandísimos referentes Umami y la Margarita. Por eso me pareció útil compartir mis experiencias en este blog, en el que predomina esta técnica sin ser necesariamente la más usada en mi cocina.
Ventajas del sous-vide en casa
Muchas de estas ventajas aplicarían también para otras cocciones a muy baja temperatura, por ejemplo en hornos de vapor, pero puesto que como técnicas son primas-hermanas, generalizo.
- Hay platos magníficos que sólo se consiguen al vacío, que produce texturas y un grado de jugosidad difícilmente replicables por otros métodos. En esta categoría tendríamos las cocciones largas de carnes duras; las cocciones de huevos con un control muy preciso de la temperatura; o el famoso salmón a 43ºC.
- Hay platos que pueden prepararse correctamente con otros métodos, pero que es muuucho más fácil y fiable ejecutar al vacío, ya que dependen drásticamente de la temperatura: así tenemos las carnes magras como las pechugas de aves o el solomillo de cerdo, que, cocinadas por otros métodos, es habitual consumir secas cual suelas de zapato; las natillas, cremas pasteleras y similares, donde el control de temperatura nos garantiza que no se corten; o los confits, en los que conseguimos un resultado idéntico al tradicional pero usando poquísima grasa.
- Ventajas logísticas. Aunque éstas son mucho más importantes para el restaurante que para el cocinillas, no deja de ser muy útil en la organización diaria tener una herramienta que permite:
- Garantizar con consistencia la calidad del resultado. Incluso con poca experiencia es fácil conseguir resultados excepcionales sin fallar. Tu familia estará realmente contenta 🙂
- Cocinar por anticipado manteniendo una alta calidad del producto. Valiosísimo para organizarse, a mí me permite cocinar el fin de semana y luego consumir a lo largo de la semana, y es una ayuda sin par cuando tienes invitados.
- Mayor laxitud en el control del tiempo de cocción, especialmente carnes y verduras. Es mucho más difícil fallar, ya que la horquilla temporal durante la cual la calidad apenas merma es muy amplia. ¡Deja de ser un problema que alguien llegue tarde a comer!
- Poder cocinar simultáneamente varios platos —siempre que requieran la misma temperatura—, o varias raciones con distintos condimentos o diferentes tiempos de cocción, simplemente embolsando cada una por separado y cocinando a la vez en el baño. Yo uso esto mucho para, por ejemplo, sazonar mi carne con más picante y especias que la de mi hijo, para tener mi carne menos tiempo que la de mi mujer —está embarazada y la suya la pasteurizo—, o para cocinar verduras variadas a la vez, cada una en su punto perfecto.
- Usar menos tiempo activo del cocinero, aunque a cambio las cocciones sean más largas.
- Usar menos condimentos sin perder su intensidad: aromáticos, aceite, salsas o fondos.
- Incentiva a conocer mejor los alimentos y los puntos de cocción. Por supuesto, se pueden seguir recetas al pie de la letra, pero creo que la técnica ofrece incentivos para entender por qué se usan unas temperaturas y no otras con cada alimento, cuáles son seguras, y a descubrir los puntos que a uno le gustan. Esto amilanará a algunos, pero a mí me estimula. Y es un aprendizaje que luego ayuda con otras técnicas, te hace mejor cocinero.
Inconvenientes del sous-vide en casa
No todo van a ser loas y alabanzas, y estos son los inconvenientes que yo le encuentro:
- Requiere cierta «parafernalia» a la que no estamos habituados: envasar al vacío, llenar y vaciar de agua un recipiente bastante grande, elegir una temperatura exacta y un tiempo, no son difíciles pero tampoco triviales, lo suficiente para desanimar a muchos. Y adquirir dos máquinas —aunque la envasadora sea opcional— exige dinero y espacio.
- Requiere planificación, aunque no necesite mucho tiempo activo del cocinero. Planificación a menudo incompatible con los perversos horarios laborales de este país.
- Requiere un cierto conocimiento. Como decía antes, se pueden seguir recetas tal cual, pero una cierta comprensión de lo que se está haciendo ayuda a usar la técnica con efectividad y evitar problemas sanitarios. No todo el mundo está dispuesto a hacer la inversión necesaria en este sentido.
- Es más difícil dorar la superficie. Las reacciones de Maillard necesitan temperaturas bien por encima de los 100ºC, pero mientras el exterior de la pieza esté húmedo la temperatura no subirá. La bolsa cerrada es un entorno húmedo, por lo que para conseguir dorados perfectos debemos secar bien tras la cocción, lo que lleva tiempo del que no siempre disponemos. Además, debemos someter a mucha más temperatura que con otros métodos, ya que necesitamos que las reacciones se produzcan muy rápido para no estropear todo nuestro esfuerzo de cocinado a baja temperatura.
- La comida sale más fría de lo que estamos acostumbrados, lo que debemos compensar manejando los tiempos de servir con más cuidado, manteniendo la comida caliente (p.e. en el horno, siempre a la misma o menos temperatura que la de cocción), o calentando los platos.
- Las cocciones de carnes duras generan poca salsa, muchas veces lo mejor del guiso tradicional, aunque no es tan necesaria ya que la carne cocinada al vacío queda mucho más tierna.
- Se gastan muchas bolsas de plástico, me temo.
Actitud frente al cambio
Quizás cocinar nos hizo humanos. Incluso si no fue así, no cabe duda que es una de las actividades humanas con mayor componente emotivo y social. Nada nos retrotrae más a nuestra niñez que el recuerdo del olor de aquel guiso que preparaba nuestra madre, el sabor que nos recuerda aquel postre de la abuela. Nada nos hace más felices que reunirnos con nuestros seres queridos alrededor de una mesa.
Por eso los avances en cocina suelen producir un rechazo inicial. Es un ámbito que provoca respuestas viscerales, no siempre basadas en el conocimiento y la evaluación realista. A veces esa «cocina tradicional» que creamos con ilusión en nuestro cerebro no es más que eso: ilusión, la idealización de creaciones que pueden no tener más de unas décadas.
En este sentido puedo comprender que haya quien la asepsia de una bolsa de plástico envolviendo su carne, pescado o verdura le produzca rechazo, o le genere una impresión de proceso industrial. O a quien elegir la temperatura en un dispositivo digital le parezca alejarse de lo que hacía su abuela, y por eso consideren al sous-vide una cocina «sin alma».
Pero pensar así nos habría mantenido en la edad de piedra. No tendríamos hornos eléctricos, placas de inducción, microondas… Seguiríamos cocinando en la hoguera, que, por cierto, sigue siendo la mejor opción para algunas comidas.
También hay quien, habitual de la cocina «de vanguardia», se ha hartado del exceso de platos «al vacío», «a baja temperatura», en ocasiones cocinados así en nombre de la técnica y la modernidad, y no por las ventajas reales que aporta a un plato dado este tipo de cocción. Que puede ser cierto, pero no juzguemos a una técnica por unas cuantas ejecuciones inadecuadas.
El sous-vide es perfecto para algunas preparaciones y menos adecuado para otras, y ya está. O sea, exactamente igual que cualquier otra técnica de cocina. Debemos evaluarla por sus ventajas e inconvenientes, y no por su alma o ausencia de ella —de misticismos que se ocupen curas y filósofos—, ni por su vanguardismo o falta de él.
Yo cocino para mi familia y mis invitados. Busco una cocina casera, sana, sabrosa, estimulante y variada. Excelente, a ser posible. Comemos todos en casa, todos los días, desayuno, comida y cena, salvo cuando salimos —últimamente poco—. Bastantes dificultades tiene hoy en día cocinar así a diario, con un mínimo de productos industriales y un máximo de calidad. Si una técnica o herramienta nueva me facilita la vida —sin mermar la nutrición, el sabor, o la calidad, no se trata de ahorrar tiempo a costa de éstas—, bienvenida sea. Y no la evaluaré por atavismos ni recuerdos ni lo que hagan en los restaurantes, sino por lo que me ofrece. Y en este caso, definitivamente aporta numerosas ventajas. No hay más —ni menos.
¿El próximo microondas?
Algunos proponentes de la cocina al vacío han afirmado que llegará a casi todos los hogares, siendo «el próximo microondas». Yo soy mucho más escéptico. Creo que aún tiene un importante recorrido y que en el futuro aumentará su uso, conforme se haga más conocida y haya equipos más baratos y pensados para uso doméstico. Pero dudo de que llegue a generalizarse. Y la razón principal es que no se adapta al terrible «modo de vida» actual. A diferencia del microondas, no facilita recalentar rápido comida «prefabricada», y tampoco permite ahorrar tiempo (total) al cocinar, más bien al contrario. Así que creo que está abocada a un nicho de gente que valore la calidad y el control que proporciona. El tiempo dirá.
Muy buen texto Enrique. muchas gracias.
Bravo…
Chapeau!
nítido
Yo estoy a favor de la Sousvide supreme y de la cocina al vacio sin reservas
OK, totalmente de acuerdo, que la técnica siga desconocida y rechazada y podamos sorprender a muchos en nuestra mesa… que eso también da satisfacción!
Ja ja, eso también es verdad, ¡y mira que la gente se sorprende! Así acaban muchas reservas…
¡Gracias Plácido, Luis, Pablo, Juan!
Enrique, como ya te comenté en otra ocasión creo que este método de cocción no llegará a despuntar en un país como España. Por un lado está el precio y la «logística» necesaria. Comprar una máquina de vacío (que el 90% de la gente te digo yo que no sabe lo que es) más una envasadora al vacío y desembolsar 300, 400 o 500 euros no es factible. si la gente es reticente a gastarse 40 euros en una buena sartén o 60-70 euros en una buena cazuela imagínate esto.
Por otro lado está el tema de la cultura y lo que tu mencionabas del ritmo de vida. ¿Os habéis parado a observar en un supermercado como ha ido creciendo en los últimos 5-6 años la cantidad de espacio dedicado a comidas precocinadas y congeladas? Es brutal. La gente (por mis experiencias y conversaciones frecuentes) no le da prácticamente ninguna importancia a la comida. Les hablas de dedicar 2 horas a preparar un buen guiso y salen corriendo. Les dices que dedicas 1 hora a hacer una tortilla de patata y te saltan que para eso mejor la compran hecha. Después del trabajo tienen otras muchas prioridades antes que dar bien de comer a los suyos, que debería ser lo primero. Seremos un país de referencia por el número de restaurantes premiados con estrellas Michelín y la importancia de éstos en los avances gastronómicos (aunque luego éstos no estén al alcance de la mayoría) pero detecto un problema importante de base en la mentalidad del pueblo llano.
En mi caso particular sigo dándole vueltas a la posibilidad de adquirir una máquina de éstas. Es un problema más bien de «pelea» con la mujer, porque realmente ya no entran más cacharros en mi cocina y estoy empezando a utilizar algún armario en el salón, iniciativa que puede resultar peligrosa… 🙂 Acabo de adquirir una cocote de Le Creuset ahora mismo, así que va a ser que por el momento durante verano aplazamos la decisión. ¿Un buen reglao para reyes? Sin duda, pero lo tengo que meditar bien.
Un saludo!
PD: estupendo post, por cierto, que no había dicho nada.
Exactamente Iván, exactamente. Y no te cuento si en vez de 2 horas de un buen guiso les cuentas que le dedicas 3 días para que ya sea no bueno sino excelente: un día preparas el fondo que servirá de base, otro día lo desgrasas y marinas la carne, y al tercer día lo guisas durante 6 horas… ¿Y cuando explicas que tienes una carne 5 días en la máquina? Te miran como a un ser de otro planeta. Aunque por otro lado mis amigos están «pillando el concepto» y últimamente sólo quienen que les invite a comer a casa ja ja ja.
Sobre la mujer y los cacharros mi alternativa ha sido que ella no «entre» en la cocina: yo compro la comida, la cocino, y luego recojo y limpio. Así que ha pasado a ser «mi cocina» y decido yo, a cambio de hacerme cargo de todo. Claro que también ayuda que sea uno de los seres más comprensivos del planeta, porque he empezado a llenar también el despacho y el trastero de cacharros y no me dice nada…. 🙂
PD. ¡Y muchas gracias por el detallado comentario!
estoy pensando que también puedo ofrecerle bolsos y zapatos a cambio de tener más artilugios… 🙂 aunque esta es otra conversación que daría para un blog entero y nos desviamos un poco del tema «cocina».
Un saludo!
Me ha entusiasmado tu redacción. Algunos de los pensamientos que has plasmado casi los calcaba yo en mi mente mientras iba leyendo.
Por ejemplo, cuando hablas de la «asepsia de una bolsa…», no puedo estar más de acuerdo. Mi padre en particular, cuando viene a mi casa no quiere ni probar ese tipo de comida, yo alucino, pero así es. Y no pensemos que es un «abuelito», ni mucho menos, es una persona formada, culta y con capacidad de reflexión (más que yo), sin embargo … ¿Como hacerle comprender que no deja de ser una técnica más de cocción? ¿Como hacerle entender a mis amigos que me gasté 400 Euros en unos libros de cocina (MC)? ¿Quien se atreve a enseñarles «mis aparatos» de cocción al vacio sin arriesgarse a las típicas bromas y comentarios con mayor o menor acierto? ¿Como explicar que yo juego con mis hijos en la cocina?
Sí, es cierto que luego se quedan sorprendidos por «lo bien que comen», pero yo pienso: «comen bien, porque lo hacen ellos, porque con 3 y 5 años se preparan -sin ir más lejos ayer-, por ejemplo una pizza, donde «jugaron conmigo a hacer la masa», donde eligieron sus ingredientes, y los cortaron con sus cochillitos ellos mismos, donde extendieron su tomate, su oregano, sus anchoas (sí anchoas a un niño de 3 años), sus táperas, …., y donde luego posaron orgullosos con sus pizzas (una tenía forma de camello y la otra de león), pero luego se la comían como titanes y competian sobre cual estaba más buena.
Ivan, quizás al resto del mundo les guste más las pizzas congeladas, a mí, aunque tarde toda la tarde, estoy toda la tarde «jugando» con mis hijos en la cocina, y lo que comen es sano.
Gracias Enrique
Totalmente de acuerdo contigo. Yo también tengo niños (aunque sólo el mayor está en edad de poder hacer algo conmigo porque tiene 4 años) y es genial poder hacer cositas con ellos en la cocina. Es más de hacer que de comer pero algo es algo… 🙂
Un saludo!
¡Cómo entiendo lo que cuentas de tu padre y tus amigos! Y me ha encantado la descripción de cómo cocinas con tus hijos. Mi niño me ayuda desde los dos años —desde tan tierna edad ya pueden hacer unas cuantas cosas— y en su cole cocinan también desde los dos, no veas cómo nos trae todos los lunes orgulloso su magdalena, su galleta, su pasta. Por cierto, te dejo en enlace a la maravillosa introducción del hijo de GipsyChef al mundo de los olores, por si no lo conoces, a mí me encantó.
No lo conocía, pero le entiendo perfectamente.
Es un placer «jugar» con tus hijos y saber que les estas dando una autonomía propia desde muy pequeños que les servirá para muchas cosas cuando sean mayores.
¿Quien no conoce a un adulto/a que no sabe ni freir un huevo? Yo a varioas, y eso lo podemos trasladar a muchas facetas de la vida, existe demasiada gente que no tiene autonomía suficiente para casi nada. El saber pensar, el saber decidir, el saber que te gusta y que no, y el formar una personalidad propia lo crean muchas cosas en la edad temprana, pero el cocinar con ellos es una de ellas, de eso estoy seguro.
Gracias Enrique
Amén. Gracias a ti, buen comedor.
¡¡Genial!!
Con tu permiso, utilizaré tus reflexiones cuando tenga que hablar de cocina al vacío en charlas o clases.
Saludos
Gracias Jorge, será un honor que utilices cualquiera de mis reflexiones. Un saludo.
Acabo de encontrar este texto en el foro del pan, que viene que ni pintado: «Todo lo tradicional se acepta por tradición, aunque no sepamos exactamente qué es lo que hacemos. Sin embargo, lo que se hace en el laboratorio, se controla con exactitud, pero no es aceptado por el público. Esta es la realidad de hoy en día».
He encontrado otro artículo con argumentos similares a éste, en inglés: Sous Vide is just another sauté.
Otra cita que me ha gustado y viene al caso, del gran Xavier Gutiérrez: “Todos los tipos de cocina, si estan bien hechos, tienen su chiste y su gracia y aquellos que defienden una sola y se mofan de las demás, aparte de unos ignorantes, simplemente estan equivocados.”
Cuanta razón tiene
Estoy un poco pesado con los enlaces, pero aquí una reflexión más genérica del genial Pedro Jorge Romero, que también creo que viene al caso: «Nuestro mundo moderno parece haber aceptado una falsa dicotomía: a un extremo la aceptación casi sin condiciones de cualquier avance tecnológico, al otro, el rechazo total a la tecnología, sin ninguna gradación entre esas opciones. Tanto es así que hemos acabado aceptando también una especie de autonomía tecnológica, como si los avances técnicos fuesen inevitables, como si su extensión no se pudiese controlar de ninguna forma y como si la única reacción posible ante ellos fuese la rendición incondicional.»
Hace mucho de este artículo pero escribo con la esperanza de poder Aclararme con respecto a la cocción a baja temperatura.
En casa de mi suegra en nochevieja cenaremos cochinillo hecho al vacío a baja temperatura. Me encanta la idea, sobre todo porque fue a insistencia de mi marido y mia, que lo habíamos probado de esta manera en un restaurante en Navarra y nos encantó. Mi duda viene por mí actual estado de buena esperanza jeje. Estoy embarazada de apenas dos meses, y la posibilidad de contagiar a mi bebé de toxoplasmosis de repente me ha surgido. Se dice que para evitarlo (y sus terribles consecuencias) la carne debe estar cocinada a más de 70 grados y con esta cocción me temo que no llega a 60. Después se dora la piel pero entiendo que el interior sigue sin alcanzar los puñeteros 70 grados, cierto?
Ojalá puedas aclarármelo! Me temo que entre los embutidos de entrante y el cochinillo a baja temp me voy a quedar con mucha hambre esta noche vieja! Con lo que me gusta comer!
Hola Maricarmen, enhorabuena por el embarazo. Para desactivar los quistes de Toxoplasma gondii se suelen requerir, como mencionas, 10 minutos a 70ºC a corazón de producto (no es suficiente con marcar la superficie ya que los quistes se encuentran en el interior). Pero se ha comprobado que un tratamiento térmico equivalente a menos temperatura es igualmente viable (p.e. aquí o aquí). Por tanto una cocción que pasteurice el cochinillo para las bacterias habituales debe ser suficiente para desactivar el Toxoplasma. Aunque esto se puede conseguir por debajo de 60ºC, estando embarazada yo no bajaría de 60ºC. El tiempo de pasteurización que da Douglas Baldwin a 60ºC es de 30 minutos, que deben añadirse al tiempo que tarde en alcanzarse los 60ºC en el corazón de la pieza. Si se trata de un corte duro de cochinillo como la paletilla usarás una cocción larga en cualquier caso para hacerlo tierno, así que no hay problema, pero si es tierno como el lomo te recomiendo esa cocción mínima.
En caso de duda, siempre puedes congelar la carne antes. Y recuerda que la higiene es clave en la prevención de la Toxoplasmosis, y absolutamente crítica si tenéis gato.
yo os planteo la siguiente pregunta, a ver si me podéis dar respuesta porque no doy con nada. Se esta hablando continuamente de lo malo que es usar plásticos y, sin embargo, no para de hablarse de cocinar al vacío y baja temperatura con plásticos. Parece una incongruencia. Qué me decís? gracias
Me encanta esta técnica….pero el mayor inconveniente que tiene para mi es que las bolsas dónde se introducen los alimentos son tóxicas al calentarlas por las sustancias que desprenden y se introducen en el alimento.
Por lo demás….estoy encantada